jueves, 17 de enero de 2013

Hace 70 años ya estaba claro



          "Si los siglos venideros reservan a España un futuro pacífico y feliz, podemos asegurar que ello será en un débil y paternal régimen socialista con amplia autonomía regional y municipal; un régimen no muy alejado del sistema en el cual vivió España a principios del siglo XVII". Gerald Brenan. El laberinto español. 1943

Ligres, tigones y otras aberraciones del querer (dinero)

Los ligres y el circo

                En el último programa de Redes, Eduard Punset entrevistaba al pelaontólogo Jack Horner, quien aboga por la alteración genética de las aves para resucitar los dinosaurios. Con esta experimentación, no recuperaría una especie de dinosaurio de los que salen en Parque Jurásico o En busca del Valle Encantado, sino que generaría nuevas especies derivadas de, por ejemplo, las gallinas, que serían dinosaurios en tanto que tendrían cuatro patas (dos superiores cortas y dos inferiores más largas), cola y piel sin plumas.

                Más allá de los juicios éticos, hay algo que me llamó la atención poderosamente. A pesar de que el programa quiso justificar los experimentos realizados por el equipo de Horner, aseverando que contribuían al estudio y obtención de células madre, el científico insistía en que el verdadero motivo por el que el hombre quería alterar los genes de las gallinas es porque a los niños  - y a él mismo - les gustaría tener este nuevo dinosaurio como mascota.

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