Simplemente encantador. |
A
pesar de estar ya en diciembre, una familia de patos sigue visitando
diariamente una fuente que hay cerca de casa. A pesar de que este año no han
migrado a zonas más cálidas, mis vecinos patunos se pueden sentir afortunados
por no ser víctimas de una de las torturas más espantosas toleradas hoy en día:
el gavage.
Además de por la crisis, el paro
y el fin del mundo, 2012 también pasará a la Historia como el año en que un
Estado norteamericano prohibió el consumo y el comercio de productos derivados
de patos, ocas y gansos engordados a la fuerza.
Aunque
la propuesta fue ya firmada por Arnold Schwarzenegger en 2004, ha habido que
esperar hasta julio del presente año para que se hiciera efectiva la
prohibición en el Estado de California.
Algunos
dicen que esta ley acaba con el derecho de los consumidores y de los chefs a
elegir qué consumir y qué cocinar. Esto es como decir que prohibir la venta y
la posesión de armas arrebata a los ciudadanos de su derecho a elegir contra
quién disparar. Es como afirmar que prohibir torturar a los prisioneros de
guerra es atentar contra el derecho de los soldados a mear sobre quién les
plazca, por ser comedidos.
La
técnica del gavage consiste en introducir un tubo hasta el estómago de las aves
a través del que se introduce una cantidad tal de alimentos, principalmente maíz,
en tan corto periodo de tiempo que el hígado de patos, ocas y gansos aumenta hasta
10 veces su tamaño. Y esto no es todo: durante su corta vida, las aves viven
hacinadas en espacios oscuros y de reducido tamaño que no sólo las mantienen
alejadas de su hábitat natural – el agua – sino que ni siquiera pueden estirar
sus alas. A menudo, los animales que llegan a adultos son degollados y
abandonados a su suerte mientras se desangran porque así se consiguen hígados
con menos sangre. Algunos de ellos sufren la amputación del pico para que la
introducción del tubo sea menos dificultosa. Las hembras más afortunadas son
gaseadas cuando aún son crías porque su hígado es más fibroso que el de los
machos.
John
Burton, legislador californiano que redactó la ya ley, afirma que la
alimentación forzada de los palmípedos “es un proceso inhumano”. Nada más lejos
de la realidad: sólo los humanos hemos sido capaces no sólo de inventar esta
técnica, sino también de ponerla en práctica.
Muchos países ya han prohibido
la producción, el comercio y el consumo de los productos obtenidos de manera
tan cruel. España es uno de los pocos países europeos que aún la tolera.
Por supuesto que la tortura de
los palmípedos no es la única tortura que existe, pero eso no la hace menos
mala y más innecesaria. Para más información, visita la web de Stop Gavage.
¿Por qué no ha hecho Hollywood aún una película sobre esto llamada La lista de Schinduck? ¡Hipócritas!
ResponderEliminar(PD: qué horror, pobres patos)
Supongo que porque los patos no tienen dinero...
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