La muerte de un gran hombre
siempre causa consternación en el público. Los grandes hombres suelen ser
entronados tras su muerte. Los grandes hombres, y los hombres no tan grandes
también, tienen derecho a contradecirse. Tienen derecho a cambiar de opinión.
Tienen derecho a tener una opinión, incluso tienen derecho a hacer comentarios
controvertidos aunque no puedan argumentarlos. Los grandes hombres plantean
dudas. Intentan despertar al público de su letargo. Los grandes hombres son
polémicos y polemistas. Muchos grandes hombres creen en teorías conspiratorias.
Ellos suelen ver más allá de la superficialidad con la que los acontecimientos
son presentados y a veces aciertan. A veces se equivocan, pero para cuando su
error ha sido demostrado ellos ya han fijado su juicio en otra cosa.
Los grandes hombres son más
grandes cuando se rebelan contra la mano que les da de comer. Sus juicios son
más valorados cuando son emitidos desde la seguridad de una posición acomodada.
Quizá porque el público considera que la rebelión no es necesaria cuando no se
tiene que luchar por el pan de cada día.
Quizá porque el público considera que los juicios son más racionales y
certeros cuando la vida no va en ello.
Hace poco murió un gran hombre y
se llevó su gran talento con él. En mi ignorancia sólo conozco una minúscula
parte de su hacer, pero con el tiempo he reconocido su mente en algunas de las
teorías, obras e ideas que se quedaron grabadas y que ahora parecen despertar.
Buenas noches Eugene. Gracias.
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