martes, 16 de octubre de 2012

Hijos de un dios posmodernito



            Hoy quiero sacar a pasear mi condición humana  y puesto que no hay nada más inherente al hombre que opinar, e incluso dictar sentencia, sobre temas acerca de los cuales es totalmente ignorante, voy a escribir sobre la posibilidad teórica de los viajes en el tiempo. Para ello, presento a mis lectores mis credenciales sobre Física Teórica: soy ferviente seguidora de The Big Bang Theory. Queda demostrado que cuento con conocimientos sobrados para sentar cátedra.

            Para poder plantear los viajes en el tiempo es necesario concebir más de una dimensión temporal, con lo que el tiempo dejaría de ser lineal como ha sido considerado hasta ahora. Esto quiere decir, que al igual que mientras lees esto en tu ordenador, están teniendo lugar multitud de situaciones en todos y cada uno de los puntos del Universo; mientras lees esta precisa palabra, en tu habitación estarían sucediéndose acontecimientos en todos los segundos de la Historia. Si concebimos el tiempo como multidimensional, es lógico pensar que podemos viajar a la Edad Media igual que ahora volamos a Sudáfrica.

            En este punto deberíamos elegir entre dos visiones:
Si nos inclinamos por un punto de vista antropocentrista, la Tierra y todo el conjunto de la vida en ella viajarían hacia adelante o hacia atrás en función de la voluntad de la persona que en cada momento decidiera moverse en el tiempo.

En cambio, si seguimos con la concepción multidimensional del tiempo, el viaje sería posible en tanto que nos moveríamos a través de realidades paralelas infinitas. Ésta parece haber sido la opción escogida por Robert Zemeckis y Bob Gale, guionistas de Regreso al futuro. El inconveniente de esta teoría es que cada ser vivo pertenecería a su realidad, y no a otras, y como tal debería regresar siempre para no alterar el orden de las cosas. Como veíamos en la saga mencionada, Marty McFly había de tener especial cuidado con no encontrarse con su yo del futuro o con ligarse a su madre. La causa, la concepción de Marty, no podía suceder al efecto, el propio Marty. Por tanto, los clientes de estos viajes serían meros espectadores de otras épocas.

Stephen Hawking ahonda en esta teoría causa – efecto y afirma que los viajes en el tiempo sólo serían posibles en una única dirección: el futuro, ya que el viaje al pasado podría cambiar de tal modo el presente que el efecto precediera a la causa, o incluso la imposibilitara, lo que sería una paradoja.
           
            Descartado el viaje al pasado, sólo queda analizar el viaje al futuro, que podría ser realizado de dos maneras. La primera de ellas sería a través de los túneles de gusano y de los agujeros negros. Esto quiere decir que, o bien el viajante queda atrapado en el túnel o agujero mientras el resto del mundo sigue su curso, o el tiempo del que disponen el resto de seres humanos quedaría reducido a voluntad de las personas que decidieran usar los anteriores mecanismos. En el primer caso, el viaje en el tiempo sería similar a la criogenización y como tal, no creo que el término más adecuado sea “viaje”, en tanto que la vida del pasajero queda en suspenso y que el retorno es imposible: el viaje es sólo de ida.

            En el segundo caso, pasamos del antropocentrismo al peligro de un egocentrismo que dejaría la vida del resto de los mortales a la voluntad de unos pocos. El mundo ya es un desastre con las decisiones económicas y políticas centradas en unas cuantas manos, de modo que es mejor no imaginar si estas caprichosas manos también controlaran el tiempo del que disponemos. Recuerdo que Lagarde ya ha avisado de los peligros del envejecimiento de la población occidental.

            Hawking concluye que la única posibilidad de un viaje (al futuro) sería construyendo un tren que girara alrededor de la Tierra más rápidamente que ella misma. De este modo, el tiempo pasaría más despacio en el tren que en la Tierra y los pasajeros tendrían la posibilidad de apearse en un futuro más lejano que la duración del viaje. Así que finalmente Hawking ha llegado a la misma conclusión que los creadores de Superman.

            Sin embargo, Hawking desprecia el poder de otro elemento en juego y en pleno desarrollo: la realidad virtual. Los avances tecnológicos permiten la creación de otros mundos y la recreación de otras realidades, que aunque no sean tangibles, sí pueden convertirse en buenos simuladores de épocas pasadas, futuras y ficticias. Cuentan además con varias ventajas con respecto a los viajes mencionados anteriormente: tenemos pleno control sobre los elementos que componen dichas realidades, podemos viajar cuantas veces queramos y allá cuando queramos y, para mí la más importante, podemos regresar a nuestro presente siempre que deseemos. Quizá en su desarrollo encontremos nuevos peligros (una nueva referencia cinematográfica documenta estos riesgos: Nivel 13), o quizá sirva para que otras civilizaciones nos tengan controlados (como en Dark City y Matrix), pero eso aún no lo sabemos (lo que no quiere decir que no lo estemos experimentando).


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