Ante
tanto bombardeo de crisis de valores, victoriosos rescates, pésimas gestiones y
vergonzantes irresponsables, me apetece poner un punto y aparte cual director
de informativos de Cuatro o presidente del Gobierno. La conciencia de servidor
de la sociedad del primero le ha llevado a abrir el noticiero con el pecho de
Madonna; la responsabilidad para con la ciudadanía del segundo le ha hecho
viajar a Polonia para vivir el partido de España como un hincha más; mi nivel de
hastío me lleva a pensar en seres de las profundidades.
Imagen extraída del blog esencia21.
El
diccionario de la RAE define quimera como “aquello que se propone a la
imaginación como posible o verdadero, no siéndolo”. En este caso, el nombre es
engañoso, puesto que la Naturaleza supera a la imaginación y la quimera
elefante no es un ser salido de los cuentos de los hermanos Grimm, sino un
pariente cercano a los tiburones y a las rayas que vive en el suroeste del
Océano Pacífico.
Su nombre científico significa literalmente
hocico bonito y teniendo en cuenta
que éste se asemeja a un pico de pato con un injerto en la punta que se dobla
hacia abajo, es de suponer que su nominador era bastante irónico. Si añadimos
que sus dientes se asemejan a los de un conejo, sus ojos son enormes, las
aletas laterales se sitúan en la parte inferior del cuerpo y la cola parece
componerse de piezas como un mecano, obtenemos como resultado uno de los
animales más fascinantes que he visto (aunque sólo sea en fotografías).
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